domingo, 16 de enero de 2011

AQUI...ESTOY AQUI...

AQUÍ… ESTOY AQUI…


Se levantó temprano, había dormido poco y mal, estaba ansiosa, hoy le vería, estarían juntos, habían quedado para comer. Fue hacia el ropero abrió el cajón y escogió un conjunto de lencería color Burdeos, se vestiría con el conjunto color rosa-violeta la falda hasta la rodilla, una blusa con un generoso escote y la chaqueta, unas finísimas medias negras, los zapatos con altos tacones de aguja y el bolso a juego también negros, el collar y los pendientes de perlas. Quería estar espléndida, se maquilló levemente, se perfilo los labios y los cubrió con brillo.
Antes de salir de casa, se contempló en el espejo, le gustó lo que veía en él, se sentía elegante, segura desafiante….
Salió del aparcamiento, allí estaba, al otro lado del paseo de la Diagonal, esperándola.
Mientras se acercaba hacia él los pensamientos se amontonaban en su mente, trató de vencer la ansiedad tenia el pulso demasiado acelerado, deseaba correr hacia su encuentro y rodear su cuello con sus brazos, que la abrazara, besarle y que la besara larga y apasionadamente en los labios, pero avanzó despacio, reprimiendo sus emociones, quería gozar del placer que le proporcionaba contemplar a aquel hombre, mientras iba a su encuentro.
Al verla su cara se iluminó, agitó la mano con el brazo levantado, su sonrisa era radiante. Ella avanzó despacio, dedicándole una amplia sonrisa.
Llegó junto a él, se fundieron en un abrazo, fue un abrazo largo, sintió como sus manos se incrustaran en su espalda como la apretaba fuertemente hacia su cuerpo, levantó la cara y se dieron dos besos en las mejillas. Mediaron pocas palabras, la cogió suavemente del brazo y recorrieron los pocos metros que había hasta el restaurante.
Vestía una camisa de lino gris oscura, un pantalón de algodón y lino con rayas muy finas color café y calzaba zapatos negros. Le quedaban bien, pero ella solo tenia en su memoria el recuerdo de aquel cuerpo desnudo, al que, fuera de si, le clavó las uñas en la piel, le acarició y lo poseyó con la boca. Cuando cerró lo ojos, mientras lo saboreaba lentamente, posando los dientes sobre cada centímetro de su cuerpo, como lo mordió con delicadeza y él no pudo evitar sentir un deseo incontrolado que le hizo que la apoyara de espaldas en la cama y le separara las piernas y se diera un banquete explorándola minuciosamente hasta que ella se retorció contra él, estirando los brazos mientras una gloriosa e hirviente sensación de liberación se apoderaba de su cuerpo.
Le separó las rodillas y entró en su cuerpo lentamente, para luego ir aumentando el ritmo con poderosas embestidas que la dejaban tensa y sin respiración. Ella, mientras le pedía que siguiera, que quería mas, iba acompañando sus movimientos con urgencia.

Se dio cuenta que él quería contenerse, se separó de ella y cogió una rosa y le acarició la piel con los pétalos, haciendo girar la flor y llevándola a una exquisita y tórrida sensación de deseo que hizo que cayese abrumada entre sus brazos
Casi sin fuerzas y sin aliento, se desplomó sobre las sábanas con el cuerpo empapado de sudor, y tuvo la seguridad de que ya no le quedaban fuerzas de que ya no podía más. Sin embargo se dio cuenta de que estaba equivocada cuando sintió el ardiente cuerpo de él deslizarse de nuevo dentro de ella. Temblando se incorporó, asombrada por lo mucho que deseaba que la poseyera de nuevo y por la facilidad con que él la hacia sentir tan bien. Le rodeó con las piernas arañándole la espalda y permitiéndole entrar en lo más profundo de su ser
El ciego de pasión, se hundió en ella …
-Laia…, Laia… ¡Laia!. Hemos llegado, ¿estas bien?
Si. Estoy bien, solo estaba pensando.
-¿Donde estabas Laia?
-Aquí, estaba aquí, estoy aquí…
Laia

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