domingo, 9 de enero de 2011

EL REENCUENTRO


SIMON

Después de un vuelo tranquilo llegué al aeropuerto de Barcelona, donde habíamos quedado que me esperaría Laia, con la que hacia tiempo que no nos veíamos...
Mientras desembarcábamos en la terminal, recogía la maleta y me dirigía a la salida.
los pensamientos se amontonaban en mi mente, ¿como estará?, ¿continuará pensando igual?,¿le ira bien?...


LAIA.-

Cuando Simón me llamó por teléfono no me lo podía creer. Después de tanto tiempo nos encontraríamos otra vez.

Fui a recogerlo al aeropuerto. Dejé el coche en el aparcamiento y me acerqué a la terminal. Venia hacia donde yo estaba, pero no me había visto aún… Lo recorrí con la mirada de arriba abajo. Me agradó verlo, su caminar era tranquilo, pero firme, con aquel aire de seguridad, de estar acostumbrado a salirse con la suya que le caracterizaba y observando todo lo que acontecía a su alrededor. Vestía con su estilo sport de siempre, vaqueros, camiseta negra y un chaleco del mismo color.

- ¡Vaya!- pensé- continua siendo tan interesante, atractivo y sexy… tan increíblemente sexy, como siempre y me sentí culpable por tener aquellos pensamientos.

Como si percibiera que tenía mi mirada clavada en él miró directamente hacia donde yo estaba, y se acercó sonriendo con los brazos abiertos, Nos dijimos hola y nos abrazamos. Fue un abrazo largo, calido. Levanté mi cara para darle dos besos en las mejillas, pero mis labios se encontraron con los suyos… nos besamos dulcemente, le mire a los ojos… aquellos ojos color avellana en los que tantas veces me había perdido, ¡¡Continuaban siendo tan hermosos!!… su mirada era clara, tierna y… ¿apasionada?…


Completamente confundida me aparté de él para hablarle: ¿como estas Simón?

Bien, ¿y tu Laia, como estas? Y mirándome de arriba abajo dijo: Te veo bien.

Mientras con la mano extendida me indicaba la cafetería, me preguntó ¿Quieres tomar algo antes de irnos?, Le contesté con un gracias, asentí con la cabeza y nos dirigimos hacia la cafetería.

SIMON.-

Mientras nos dirigíamos a la cafetería la observé con atención y le dije - no has cambiado… ¿un poco el pelo quizás? Y con sonrisa burlona continué ¿Has ido a la peluquería para estar mas guapa para mí? Y mirándome a los ojos, sonriendo me contestó -¡claro que me he puesto guapa para ti! ¿Para quien sino! En aquel momento solo pensaba en volver a besar sus labios una y otra vez, en hacerla estremecer entre mis brazos, en darle y recibir de ella, todas las caricias que no nos habíamos dado durante todo este tiempo pasado, soñadas y anheladas por mi en tantas noches y ahora ya posibles de realizar…

Habíamos pedido cafés, y nos los tomábamos sentamos en una mesa, mientras intentábamos ponernos al día de nuestras vidas. Me gustó volver a oír el timbre de su voz…aquella voz que tantas veces había susurrado en mi oído...


LAIA.-

Me dolían los pies a causa de los altos zapatos de tacón y me los quité con disimulo, los estiré y rocé sin querer su pierna. Noté como Simón se estremecía. Se me escapó una sonrisa.
El como si nada continuó hablando... en sus labios más que palabras sentía los besos que endulzaron la mía... Hubiera querido deslizar mi pie hasta su entrepierna y comprobar si le seguía excitando, si la tenía tan erecta como cuando mi lengua se la acariciaba mientras él recorría todo mi cuerpo con una pluma de avestruz hasta no poder resistir el éxtasis cuando ya no sabía si era la pluma o sus dedos lo que acariciaba mi interior...

Sentados, frente a frente, le observé detenidamente. Me quedé asombrada; los dos actuábamos como si nos hubiéramos visto ayer, como si no hubiéramos estado separados tanto tiempo y yo ya no me sentía culpable por tener aquellos pensamientos.

De pronto dejó de hablar y sonrió…

SIMON

La vi pensativa y sonriendo le pregunté, ¿que piensas?, y continué, -¿te brillan los ojos de una manera especial o me lo parece? Noté como se ruborizaba -¿Me has rozado la pierna intencionadamente?, ¿quizás querías provocarme?, y con sonrisa pícara continué,- mira que me he tirado horas sentado y necesito ejercicio para desentumecer los huesos y en este aeropuerto algún lugar habrá para poder hacerlo tranquilamente… acerqué mi mano a su pelo para levantarle un mechón de cabello de la frente y después con la yema de mis dedos acaricié su rostro…

Sin darle tiempo a reaccionar me levanté de la silla y con la mano extendida le dije ¿nos vamos Laia? Asintió y nos dirigimos hacia el aparcamiento.


Llegamos donde estaba el coche y nos subimos en él. Ella, que es quien conoce la ciudad, se sentó en el asiento del conductor. Antes de ponerlo en marcha giró la cara hacia mí y me miró sonriendo, extendió su mano y con la yema de sus dedos me acarició la mejilla y los labios. Desee besarla, acerqué mis labios a los suyos y nos dimos un beso lento y cálido que despertó en mi un intenso deseo de gozarla, de recuperar el tiempo perdido, y sin importarnos donde estábamos y quien nos podía ver, nos dejamos llevar….

Nos mordisqueamos los labios, nos besamos, nos lamimos, buscamos nuestras lenguas mientras nos acariciábamos el uno al otro por encima de la ropa

Sin dejar de besarnos tiré de ella para que se trasladase a mi asiento, haciendo que se colocara encima de mi. Una vez encima, la abracé, le bese el cuello, le acaricié los senos por encima de la blusa.
Cuando noté sus pezones duros le desabroché el sujetador y riendo logré sacárselo por los brazos,.le desabroche la blusa dejando sus pechos a merced de mis manos, se los acaricié lentamente y delicadamente y al notar en sus pezones el roce de mis labios, gimió de placer… continué acariciando su espalda, sus muslos sus nalgas… acaricié su interior y noté su humedad a través de las bragas a la vez que mis labios succionaban sus duros pezones y mi lengua jugaba con ellos en el interior de mi boca.......



LAIA

En la intimidad del coche sentí un deseo irrefrenable de acariciar su rostro, de abrazarme a el
de besar sus labios… unos labios suaves, dulces, impacientes… ¡¡como me gustaban sus labios!!

No se como, me encontré en su asiento pegada a su cuerpo, busqué la palanca para bajar y echar el asiento para atrás, necesitaba espacio para poder moverme encima de el.

Era un besarnos acariciarnos y reírnos de mis maniobras para estar más cómodos. Me gustó su risa me hacia sentir feliz, y me excitada, mas aún cuando mi mano, intentando desabrocharle el pantalón, notaba como crecía su virilidad dura fuerte, lo que hacia que mis ansias de tenerlo de nuevo en mi interior crecieran más y más, al tiempo que el seguía jugueteando con sus manos y su boca en mi cuerpo el cual ardía de deseo y placer.


Le desabroché el pantalón y quedó su miembro, libre, erecto y duro como un tronco. Se lo acaricié con mi mano notando su calor, lo quería dentro de mí. Deseaba que apaciguara mi ardor con el preciado líquido que guarda en su interior. Mis bragas le impedían entrar en mi, estire los brazos y cogí las tijeras de mi estuche de manicura y se las di al mismo tiempo que le decía, -córtalas, cogió las tijeras, las cortó, y me sentí liberada. El contacto del frío acero de las tijeras con mi piel hizo que creciera en mí el deseo de poseerlo y de que me poseyera, Mi humedad se había convertido en un río de placer. Me senté sobre él, cogí su miembro y me lo introduje en mi caverna. Me abracé a él, necesitaba fundirme con su cuerpo, poseerlo y que me poseyera. Moví mis caderas, primero con movimientos lentos, necesitaba sentir mi cuerpo completamente ocupado por él. Apreté mis muslos contra su cuerpo haciendo que sintiera su miembro hasta el fondo de mi interior, mis movimiento se volvían mas rápidos y acompasados al empuje de sus manos apoyadas en mis nalgas, su respirar era agitado como si le faltara el aire, me pedía que siguiera , que no parase. Tenía los ojos clavados en los míos, mirándome fijamente lo cual me excitaba aún mas, pues no miraba mi cuerpo si no que sentía como miraba mi alma.
Apartó sus manos de mis nalgas y las dirigió a mis senos donde comenzó a masajearlos y pellizcar suavemente mis pezones…perdí la noción del tiempo y del espacio, ya solo era placer lo que mi cuerpo sentía…seguí moviéndome cada vez con más rapidez… hasta que nos perdimos en un orgasmo infinito


SIMON

Nos quedamos abrazados unos minutos…

Nos ayudamos mutuamente a borrar la huella de nuestra pasión. Nos sentamos cada uno en nuestros asientos y nos quedamos un rato con los ojos cerrados y cogidos de la mano. Al poco tiempo Laia, arrancó el coche y nos dirigimos a hotel. No mediamos palabra en todo el viaje… cuando llegamos delante del hotel le dije -Quédate conmigo esta noche… y se quedó.

Lo que pasó aquella noche ya es otra historia que os contaremos en otra acasion…

Señor X y Laia

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