domingo, 16 de enero de 2011

NAPOLEON BONAPARTE, ¿quien fué?

"NO HAY DISTANCIA QUE NO SE PUEDA RECORRER NI META QUE NO SE PUEDA ALCANZAR”.

“ES INJUSTO QUE UNA GENERACIÓN SEA COMPROMETIDA POR LA PRECEDENTE. HAY QUE ENCONTRAR UN MEDIO QUE PRESERVE A LAS VENIDERAS DE LA AVARICIA O INHABILIDAD DE LAS PRESENTES”.


NAPOLEON BONAPARTE, ¿quien fué?


En 1794, el gobierno francés pasó a ser ejercido por un Directorio, compuesto de un Poder Ejecutivo, ejercido por cinco miembros, a partir de un golpe de estado realizado por los girondinos, apoyados por algunos jefes militares, que en realidad otorgó el poder al ejército.

El nuevo gobierno no fue aceptado por el pueblo que lo atacó junto con el palacio de las Tullerías, pero fue dispersado. Sin embargo, el Directorio fue perdiendo prestigio, sobre todo con las derrotas bélicas contra las monarquías extranjeras, que lo llevó a su decadencia y desaparición.

En ese contexto incierto para la política francesa, comenzó a vislumbrarse la figura de un general que se destacaba en el frente italiano, y resultó victorioso en su campaña a Egipto. Parecía la única solución posible para lograr la estabilidad en Francia. Se trataba de Napoleón Bonaparte, que había nacido en Ajaccio, Córcega, el 15 de agosto de 1769 . El 9 de noviembre de 1799, realizó un golpe de estado siendo nombrado Primer Cónsul de Francia, con carácter vitalicio, y en 1804, coronado emperador, en presencia del Papa, por decisión de un plebiscito.
Fallecio en Santa Elena el 5 de mayo de 1821.

En la imagen, Napoleón en Saint Bernard, obra de Jacques-Louis David.

Una figura histórica. Napoleón Bonaparte fue el genio militar más brillante del siglo XIX, pero también una de sus figuras más controvertidas, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta entonces en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos hasta entonces. Conquistó la mayor parte de Europa occidental para Francia e instituyó reformas en estos nuevos territorios a fin de garantizar las libertades civiles y mejorar la calidad de vida. Fue coronado emperador de Francia en 1804 y estimuló al país implantando reformas para unificar a la nación, dividida por la revolución; muchas de esas reformas perduran en la actualidad, como las garantías referentes a las libertades civiles.

En la imagen, un joven Napoleón en un cuadro de Antoine Jean Gros, Napoleón tomando el puente de Arcole.

Joven aguerrido. En marzo de 1796, Napoleón recibió el mando del ejército francés en Italia, donde se llevaba a cabo un enfrentamiento contra Austria; la península fue el escenario de las primeras manifestaciones del gran genio militar de Napoleón. Las victorias de Arcole, Lodi y Rivoli obligaron a Austria a firmar el tratado de Campoflorido.

En la imagen, Josefina en un cuadro de François Pascal Simon Gérard

Josefina. Personaje aparentemente frío y calculador, que venció a enemigos y eliminó a oponentes, Napoleón declaró en alguna ocasión haber estado locamente enamorado en su juventud de la que sería su esposa, Josefina Beauharnais, de quien no dudaría años después en divorciarse para contraer nuevo matrimonio con María Luisa de Austria, miembro de uno de los linajes más antiguos de Europa, con quien deseaba tener un heredero para su noble estirpe recién estrenada. El año 1810, el de su enlace con María Luisa, marcó el cenit napoleónico. No obstante, no tardaría en llegar su caída. En el aspecto familiar, María Luisa le dio el heredero tan deseado, Napoleón II, proclamado por su padre en dos ocasiones, pero que no llegó a reinar, pues murió a los veinte años.

En la imagen, detalle del famoso cuadro La coronación de Napoleón, de Jacques Louis David.

La coronación de Napoleón. En 1802, Napoleón logró aprobar la Constitución del año X , que le nombraba Cónsul Vitalicio permitiéndole elegir a su sucesor, lo que significaba la restauración monárquica de hecho. La desconfianza inglesa antes los planes expansionistas napoleónicos reavivaron la guerra; además de poner en marcha un programa de expansión colonial, en el centro de Europa Napoleón tutelaba una reordenación constitucional en su beneficio. Londres incitó varios complots que fracasaron, permitiendo la persecución de los opositores a Napoleón, que acabó consiguiendo la adhesión de antiguos revolucionarios. Ello fue aprovechado por Napoleón para establecer una monarquía militar hereditaria y proclamarse emperador, haciéndose coronar por el Papa en la Catedral de Notre Dame, el 2 diciembre de 1804. Napoleón, tras haberse puesto a sí mismo la corona (no permitió que se la pusiera el Papa), convierte a Josefina en emperatriz.

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Emperador. El genio militar de Napoleón brilló durante el imperio; revolucionó la concepción estratégica y sentó las bases de lo que sería el arte militar hasta comienzos del siglo XX. Los tres principios básicos de su concepción militar descansaban sobre la potencia, la seguridad y la economía de fuerzas; su manifestación se encontraba en la posesión de la iniciativa y en la búsqueda del objetivo estratégico decisivo, sin perder energías en grandes maniobras de distracción. Napoleón reordenó la composición de los ejércitos, buscando la especialización de los distintos cuerpos, y empleó masivamente la artillería en batalla y la caballería para la persecución del adversario. A partir de 1805 Napoleón sostuvo una serie ininterrumpida de batallas victoriosas contra las potencias coaligadas en su contra. En 1810 Napoleón se encontraba en la cima de su poder; su dominio de los estados vasallos del continente era absoluto, si bien el esfuerzo para mantener el control era extraordinario.

En la imagen, Napoleón en su estudio (1812), óleo de Jacques-Louis David.

El declive. A mediados de 1813 el imperio napoleónico estaba rodeado de enemigos en guerra. La gran coalición aliada hizo retroceder los ejércitos franceses, mientras se producían traiciones de los mariscales, los nobles entraban en contacto con los aliados y el pueblo ignoraba la llamada desesperada de Napoleón a defender el suelo patrio. En abril de 1814 Napoleón debió admitir el tratado de Fontainebleau, por el que abdicaba del trono; seguía manteniendo su título de emperador y se le concedía una pensión vitalicia y el gobierno de la isla de Elba. Su cautiverio duró un año. Mientras tanto, en Francia, el retorno de los Borbones volvía a levantar movimientos contrarios. Napoleón salió clandestinamente de la isla y desembarcó en Francia. Con su solo prestigio, sin disparar un solo tiro, Napoleón reconquistó Francia; este vuelo del Águila dio origen al Imperio de los Cien Días. Con su ejército de veteranos hizo frente a los poderosos ejércitos aliados dirigidos por Wellington y Blücher, quienes acabaron imponiéndose en Waterloo (junio, 1815). Al no poder huir a Estados Unidos, Napoleón se entregó a los británicos, quedando confinado en Santa Elena hasta su muerte.

En la imagen, la Batalla de Jena según un cuadro de Horace Vernet.

Estratega. Aunque terminó siendo derrotado, nadie pone en duda el genio militar de Napoleón. El 14 de octubre de 1806, en el marco de la guerra de la Cuarta Coalición, Napoleón se enfrentó cerca de Jena al ala izquierda de las fuerzas prusianas, compuestas por 50.000 hombres mandados por el príncipe Friedrich Ludwig de Hohenlohe. Bonaparte disponía de 54.000 soldados y aplastó completamente a las tropas enemigas, haciéndolas huir. Ese mismo día, el mariscal francés Louis Nicolas Davout, que encabezaba un ejército de 27.000 hombres, derrotó en Auerstedt (21 Km. al norte de Jena) a los 50.000 prusianos liderados por el duque de Brunswick. Éste falleció y la retirada de sus tropas se convirtió en una desbandada. La resistencia prusiana quedó aniquilada tras estas dos derrotas y el ejército francés pudo entrar en Berlín en el mes de noviembre.

En la imagen, un fotograma de la película Napoleón, dirigida por Yves Simoneau e interpretada por C. Clavier (Napoleón) e I. Rosellini (Josefina), a quienes vemos en una partida de ajedrez.

Un mito. Aún en vida y al tiempo que se iban olvidando los peores tintes de su autoritarismo, la figura de Napoleón fue entrando en la leyenda. Su rápido encumbramiento, las extraordinarias aventuras y su trágico final hicieron de él un arquetipo del personaje romántico. El hijo de la Revolución, como gustaba denominarse, aunque repudió con sus actuaciones los principios de la misma, extendió a toda Europa sus bases ideológicas. Con el "retorno de las cenizas" en 1840 a los Inválidos, la figura de Napoleón recibió el definitivo apoyo popular y su consagración histórica. El legado político de Napoleón en el interior, donde creó un nuevo orden del que se beneficiaría la burguesía posrevolucionaria, y fuera de las fronteras francesas, que amplió por la fuerza de las armas, ha interesado en los siglos posteriores a historiadores, literatos y cineastas, que han tratado a este singular personaje en debates historiográficos, novelas y películas.

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