jueves, 13 de enero de 2011

EL AVE FÉNIX

El Ave Fénix,  es un ave mitológica -con un plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado, de fuerte pico y garras- que se consumía por acción del fuego para luego resurgir de sus cenizas. Poseía tambien el don de la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.
Ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad.
Otro símbolo vinculado al Ave Fénix es el de la esperanza, representa un valor que nunca debe morir en el hombre.


Su cronología vital varía con la adaptación del mito. Así, cada 100, 500, 540 (y en algunas leyendas, incluso 1461 ó 12994 años).
Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África.
Algunas fábulas lo sitúan en Arabia, donde habitaba cerca de un pozo de aguas frescas y se bañaba todos los días entonando una melodía tan bella, que hacía que el Dios Sol detuviera su carro para escucharle.
Alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más Allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria
 En la mitología del antiguo Egipto, los sacerdotes egipcios de Heliópolis  le denominaban Bennu y le  asociaban a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol.
Se extendió ampliamente entre los griegos, que le dieron el nombre de Phoenicoperus, (que significa alas rojas) apelativo que se extendió por toda la Europa romana.
 Fue citado por primera vez por Hesíodo en el siglo VIII A.C. y más tarde y con más detalle por el historiador Herodoto, por los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, el Papa Clemente de Roma, Epifanio o San Ambrosio.
Herodoto escribió:
“Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos.
Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren”.

Según la leyenda cristianizada,  en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas; allí anidaba un pájaro, de bello plumaje y un canto incomparable. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego del Ángel que los desterró, y el pájaro ardió. Como premio a su fidelidad al precepto divino, -al ser el único  que no quiso probar las frutas del Árbol prohibido-  se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad, a través de la capacidad de renacer de sus cenizas, la capacidad curativa de sus lágrimas o su increíble fuerza.

A lo largo sus múltiples vidas, su misión es transmitir el saber que atesora desde su origen al pie del Árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.
El Ave Fénix tiene sus representaciones en diferentes culturas, como la china (el Fêng-Huang), la japonesa (el Ho-oo), la rusa (El Pájaro de Fuego, que inmortalizara musicalmente Stravinsky),  la hindú (el Garuda), e incluso en los indios de norteamérica (el Yel), o los Aztecas, Mayas y Toltecas (el Quetzal).

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